4 “LA AVERÍA”
Últimamente ocurre con mucha frecuencia. El día ha amanecido lluvioso y como todos los días
lluviosos, hay mucho tráfico pululando por las calles de Madrid. Y es que la
lluvia lo complica todo. Aparecen los temidos paraguas. Paraguas que chocan
cuando se cruzan en el ir y venir de la gente por las aceras. ¡Qué hay que ver
cómo están las aceras! También hay que tener cuidado de no ir sacándole los
ojos al prójimo, además de ir mirando dónde pisas no sea que sea donde no debes
y se te llene el zapato del agua muy cochina de un inoportuno charco o de una
invasora caca de perro reblandecida por el mismo agua, que esto de los perros y
sus cacas dejadas como un regalo de sus dueños en las aceras de Madrid es de lo
más normal.
Algunos llevan paraguas
pequeños, muchos hechos en china, o no; algunos asombrosamente solo cuestan 5 €
y son, en verdad, bastante frágiles, casi podría decirse de usar y tirar; pero
hay gente que se compra los paraguas de tamaño industrial, esos que los
entendidos en accesorios “fashion” denominan “de golf”, pues con esos no hay
quien pueda, ocupan todita la acera y literalmente se tragan al pasar ese tan
apañadito de 5 €.
-¡Vaya tiempo de
mierda otra vez! – declara de mal humor Pipisí al subir la persiana de su dormitorio
y mirar por la ventana. Está viendo la lluvia caer y piensa en todo lo que eso
supone. Cambiar los planes de hoy, para empezar. Quería haber ido de tiendas y
con la que está cayendo ya no le apetece nada. Menudo rollo tener que ir con el
paraguas, no, vamos que no voy – piensa - ¡mierda! – se repite – ¿Por qué cada
vez que hago planes me sale todo mal? Y ya tiene un humor de perros, o sería
mejor decir, de caca de perros que pega mucho más con mierda, nada más empezar
el día.
Se dirige a la cocina
pensando en que, a pesar de su cambio de planes particular, las tareas
cotidianas siguen su curso diario y el resto del personal va a lo suyo. Café,
tostadas, buenos días mami….buenos días mi niña, vaciar el lavavajillas,
mantequilla y mermelada, no, yo hoy solo quiero cereales con leche, tomate,
aceite de oliva y jamón, mamáááááá …¿Me queda bien esto?, ¿Oye con qué corbata
me pongo este traje?, regar la única planta de la casa y por fin, adiós, adiós,
adiós, que tengáis buen día, muá, muá. ¡Uff, hala, zapatero a tus zapatos y yo
por fin sola!
Y ahora me sirvo el
café – se dice tranquila - en mi taza favorita, tan grande. Café americano lo
llaman algunos…. - Pues igual sí – piensa – todo en América es muy grande,
hasta los americanos son grandes. En
España todo es más pequeño, la gente, las tazas, el café. La verdad es que el
café modelo “tradicional nacional” no me gusta. Este sí “mmm” – saborea en paz
mientras vuelve a mirar la lluvia caer a través del cristal.
-En fin, tengo que pensar
en algo para hacer hoy. No me da la gana de quedarme en casa, aunque llueva a
mares. Me visto cómoda…. ¿Y si me pongo las botas de agua? Con esta humedad, obvio,
se me pondrán unos pelos de loca recién salida del manicomio en dos minutos.
Bueno, me hago una coleta y me pongo la tira de laca. Me termino el café y en
media hora estoy lista, así también respiro un poco de fresquito que me vendrá
bien.
Mientras bebe su café
a sorbitos, se relaja y se convence de que después de todo siempre puede surgir
algo positivo de momentos negativos, incluso en días de lluvia como éste. ¡Qué
exagerada soy! Y se sonríe ya mucho más optimista. Suena su teléfono móvil. Qué
raro, un número larguísimo aparece en la pantalla.
-¿Siiii….?.-
- Hola, llamamos del
servicio al cliente de la compañía telefónica Bla Bla. ¿Han llamado Uds. por
una incidencia en su línea de teléfono fija?
-No que yo sepa,
igual se equivoca de número – dice muy segura.
-¿Estoy hablando con
el 91…….? – insiste la operadora.
-Pues sí,- contesta
Pipisí confusa – pero anoche funcionaba – y se dirige a coger el aparato, lo
enciende y comprueba extrañada que no tiene tono - ¡Anda! Ahora no funciona…
-Ya, por eso es que hemos
recibido una llamada esta mañana comunicando la incidencia, por eso la llamo a
su celular, para informarle de que estamos en ello y que el técnico en
telefonía tiene que averiguar si la avería está en la calle o dentro de su
vivienda. ¿Habrá alguien en casa en caso de que fuera dentro del domicilio?
-Sí, estoy en casa –
contesta – qué meloso habla esta chica - piensa, me recuerda a las telenovelas,
y de repente se acuerda de que tenía planeado salir, por segunda vez. – Pero,
esto lo solucionáis ahora ¿no?, quiero decir ¿va rápido? Es que luego tengo que
salir.
-Si señora haremos
todo lo posible por solucionar esta incidencia lo más rápido que podamos, si la
avería está en el exterior es más fácil, pero si está en su casa tiene que
haber alguien para facilitarle la entrada al técnico. – dice muy en serio la
operadora.
-Vale, vale, yo estoy
en casa por si fuera necesario. ¿Me avisáis antes si esto sucediera? Lo digo
por no estar esperando sin saber.- Pregunta Pipisí.
-Sí claro,
naturalmente tan pronto sepamos dónde está el problema se lo comunicamos a Ud.
a este mismo número. Gracias y que tenga buenos días.
- Vale, gracias a ti,
adiós. – y finaliza la llamada.
Bueno, pues esto sí
que lo complica todo. Claro que si hay una avería lo normal es que la arreglen
¿no? – Pipi empieza a cavilar mientras se dirige al dormitorio sin mucha idea
de lo próximo que hará. – Lo primero es lo primero, yo voy a seguir con lo mío,
por si acaso, me preparo según lo previsto y seguro que en un momento lo
solucionan y todo perfecto. Y sonriente, minutos después se mete bajo el agua
caliente de la ducha.
Lleva dos horas
sentada en el mullido sofá del salón y la espera está empezando a parecerle
eterna. No quiere pensar que casi ha pasado ya media mañana infructuosamente y
evita hacer el repaso mental del recorrido que tenía bien planeado desde primera
hora por sus tiendas favoritas. Eso sí, sentada y aburridísima pero muy mona
ella, como siempre que le pone un poco más de atención y esmero a su maquillaje
y peinado.
Ha puesto le tele;
con el mando a distancia en la mano y de mala gana va cambiando de canal
repetidamente. La televisión está fatal – filosofa para sí misma - mucho programa de cotilleo, mucho casposo, y
mucho dinero malgastado ¿De verdad alguien ve estos programas?. Claro que con
cambiar de canal o apagarla se soluciona enseguida. – Apaga el televisor.
Va al dormitorio y
coge su libro electrónico. Me pondré a leer – decide – por lo menos adelantaré
la lectura y así termino este libro, que mucha recomendación y toda la pascua,
pero es un bodrio supino y me está costando un riñón llegar al final. Estoy por
dejarlo a medias, y mira que me desagrada hacer eso….en fin.
Una hora y muchas páginas
soporíferas después, aburrida de esperar, de leer, con dolor de trasero de
estar sentada y encima sintiendo hambre otra vez, mira el reloj y calcula que
han pasado ya más de cuatro horas desde que la operadora le comunicó la famosa
incidencia.
-¿Pero a qué hora me
va a llamar esta gente? No me extraña que tenga hambre, es casi la hora de
comer y yo aún aquí sin noticias. Ya me parecía a mi demasiada buena suerte que
se solucionase este problema enseguida. Nada, no hay nada como hacer planes
para que todo salga del revés.- Pipisí se da cuenta de que está hablando sola y
se siente un poco bobalicona.- Bueno, voy a comer algo ligerito y dejaré pasar
otro rato a ver qué sucede, si hasta entonces no me llaman les llamaré yo, aún
puedo aprovechar la tarde, y seguro que para entonces ya se habrá solucionado.
– Más relajada se dispone a comer pensando en sus cosas, entre ellas que tiene
que descargarse un nuevo libro, definitivamente este que está leyendo no hay
quien lo trague y en contra de sus reglas, lo dejará a la mitad. ¡Qué le den a
la regla!
- Servicio de
información y atención al cliente, buenos días….le atiende Bla Bla Bla Bla.
- Sí, señorita,
buenas tardes, llamo para saber cómo va lo de la incidencia de mi línea de
teléfono…
- Sí, buenas tardes ¿Cómo
está? perdón, ¿de dónde nos llama? – dice una joven operadora con un acento
dulce y un seseo parecido a la señorita anterior.
- Desde mi móvil
señorita, y no estoy nada bien gracias. Como le he dicho hay una incidencia con
mi línea fija de teléfono. ¿Podría decirme cómo va este tema por favor? –
pregunta educadamente Pipisí.
- Sí, cómo no. Su
nombre, apellidos y número de su DNI, sí es tan amable por favor….- solicita
ella y Pipisí le da los datos.
- Sí, muy bien ¿Y
cuál es su consulta de hoy? – pregunta solícita. Pipisí frunce el ceño y piensa
¡ay madre, a que me ha tocado una que no se entera de nada y voy a tener que
llamar otra vez!
-Señorita, ya se lo
he dicho antes, llamo sobre una incidencia con mi línea fija de teléfono.
Necesito saber qué pasa.
-Sí, como no. Voy a
comprobar sus datos y a recopilar la información, no cuelgue y manténgase a la espera
por favor.- De repente y antes de que Pipisí pueda decir esta boca es mía suena
una música de solo de piano típica de ascensor de hotel. – Sí, señora ¿está Ud.
a la escucha?
-Claro, sigo aquí – y
a Pipi le da cierta risa la forma de expresarse de la operadora y piensa en
contestarle: Señorita, aquí Pepa al aparato, ¿dígame?.
-Sí, bien, pues le
comunico que seguimos buscando la información correspondiente a su caso. Por
favor no se retire.- y vuelta a la música. Después de tres o cuatro
interminables minutos, le llega nuevamente la voz.
-Sí, ¿señora? –
Pipisí con paciencia le replica – Dígame – Sí, tenemos noticias de que hay una
incidencia en su línea de teléfono y estamos intentando arreglar el problema lo
antes posible.- Y se queda tan ancha.
-Oiga eso ya lo sabía
yo antes de llamarles, quiero saber si ya encontraron la avería y lo que van a
tardar en arreglarla, para eso mismo les llamo.
-Sí, como le he
informado sabemos que hay una incidencia….
Corta por lo sano y
le dice en un tono más alto – Señorita la incidencia es una avería, ¿qué pasa
con la avería? Llevo esperando todo el día… – contesta con resignación y decide
que no quiere enfadarse hoy.
-Sí, efectivamente
conocemos que hay una avería y si me disculpa un momentito voy a buscar toda la
información adicional que tenemos sobre cómo está solucionándose este problema.
No se retire por favor.- más música de piano. Pipi, está empezando a pensar que
es de otro planeta y por lo tanto ella y la Srta. Bla no hablan el mismo
idioma. Voy a explicárselo de nuevo, así entenderá, comprenderá, pensará y por
fin decidirá que yo solo quiero saber si ya está localizada la maldita avería.
Nada más.
-Sí, ¿me escucha? –
pregunta.
- ¡Cómo no! Aquí
sigo, dígame algo ya, por favor.- dice expectante.
-Sí, me informan los
compañeros del servicio técnico que están intentando localizar el lugar exacto
de la avería y que se pondrán en contacto con Ud. al instante que lo sepan. –
Pipisí agarra el móvil con fuerza y cierra los ojos. Respira profundamente y
dice – Señorita, todo esto, lo mismito, ya me lo dijo su compañera por la
mañana. Llevo hooooooras esperando en casa de que me avisen si la avería es
exterior o interior o está en el tejado, por si tienen que entrar aquí. ¡Hágame
el favor y compruebe este dato! ¡¡¡¡Tengo que salir urgentemente!!!!- vaya, ya
está cabreada.
-Sí ¡cómo no! No se
retire, por favor, si me disculpa un momentito voy a buscar toda la información
adicional que tenemos sobre este problema – dice cantarina y feliz como una
adolescente en pleno frenesí hormonal y le coloca nuevamente sin más preámbulos
la música de los coj…..
- Esto no puede ser –
dice Pipi cubriéndose los ojos con la mano.
-Sí, ¿Oiga? ¿Sigue
Ud. ahí?......- pero ya no la escucha nadie, Pipisí se ha dado por vencida y
mira su móvil como si fuera un bicho raro. Se sienta sobre el mullido sofá y no
dice nada más. La operadora corta la llamada.
Se abre la puerta
principal y aparece Mr. Perfect, con el paraguas chorreando, la gabardina y los
zapatos mojados.
-¡Uff!! Cómo llueve,
anda ayúdame que lo estoy poniendo todo perdido cariño.- dice sonriente.
Pipi se levanta de
mala gana, lleva el paraguas a la terraza, lo abre y lo pone a secar, no es
supersticiosa. Él se quita la empapada gabardina y los zapatos. Ella vuelve al
recibidor y le mira con ojos lastimeros.
-¿Cómo estas amor?
Ah, por cierto se me olvidó decirte que no teníamos línea esta mañana, y llamé
para dar parte. Son estupendos, a las dos horas me llamaron de vuelta y me
dijeron que en un ratito ya estaría arreglado; además fueron muy amables. Dicho
esto le planta un beso sonoro en los labios.
- ¿Y tú que has hecho
en todo el día? ¿Has salido de compras, por eso te has puesto tan guapa?
Ella no le oye, se ha
vuelto a sentar en el mullido sofá del salón. De repente se siente muy muy muy
cansada y mira por la ventana como cae la lluvia. – No, si ya sabía yo que hoy
iba a ser un día de mierda – se dice y termina riéndose a carcajada limpia ella
sola.
(Continuará…)