viernes, 25 de enero de 2013


5 “GIN-TONICS Y LOS 50”

Su amiga Marta, cumple cincuenta años. Ciertamente es esa una edad para celebrar a lo grande. Pipisí cree firmemente que los cincuenta marcan un antes y un después en la vida de cualquiera. No solo porque probablemente hay gente que no los alcance, lo cual afortunadamente cada vez sucede menos, sino porque es una edad tan redonda y tan significativa, que parece delimitar de forma invisible ciertas sucesivas etapas en la vida de uno. A partir de los cincuenta ya no se usan leggins, ni faldas cortas, ni shorts, ni te dejas melena….

Las tres mejores amigas de Marta, y por supuesto entre ellas Pipi, han preparado un día de cumpleaños muy especial que, todo hay que decirlo, ha salido un poco caro, pero consideran que su amiga se lo merece y además es el regalo perfecto; le va a encantar. Saben que a Marta en general le chiflan todas estas cosas y siendo ella hoy la absoluta protagonista, están convencidas de que va a ser un éxito total.

Tienen el día organizado al detalle desde la mañana hasta casi la noche, sin tiempo para aburrirse y desde luego sin tiempo para deprimirse por cumplir años. Han quedado en reunirse, no muy temprano, que este no es día para madrugar ¡faltaría más! en el salón de belleza favorito de Marta para hacerse un completo. Esto les  llevará ya una buena parte de la mañana: limpiezas y tratamientos faciales, manis y pedís completas, hoy nada de “express”, exfoliación corporal y envolvimiento de algas y para terminar peluquería y maquillaje, total, un lujazo casi irrepetible y que las va a dejar hechas una divas a todas.

Pipisí se ha puesto un vestido negro y ceñido que le encanta. Se ha vestido con especial cuidado, quiere mucho a su amiga Marta y desea demostrárselo a través del esmero que ha puesto para celebrar su super día. Aunque ella no ha cumplido los cincuenta todavía, y no le falta mucho, es consciente de que a Marta no le agrada lo más mínimo cumplir años. Es la mayor del grupo y también la única que no se ha casado y no ha tenido hijos. Se despide de Mr. Perfect con un ligero besito en los labios y le recuerda que estará desaparecida en campaña todo el día, así que por favor que se arreglen cómo puedan sin ella, a lo que el marido levanta una ceja y sonríe divertido; un día de paz y tranquilidad total le vendrá bien, pero por supuesto no piensa decírselo a ella, compartir sí, suicidarse no.

Entre risas, felicitaciones, besos y achuchones se reúnen todas a las puertas del centro de belleza y rayando casi la histeria colectiva, entran y se ponen en manos de las profesionales. Dentro del paquete de servicios contratados hay bebidas de cortesía. Marta y las otras dos piden cava, pero Pipisí, que hoy se siente un poco revoltosilla, pide un gin-tonic, que le traen en una enorme copa balón con hielo y dos hermosas rodajas de lima. A la media hora ya está, si cabe, bastante más alegre de lo que llegó, y en la cabina facial habla de cosas de la edad con la homenajeada.

-¿Te sientes hoy igual que ayer? 

-Pues sí, vamos no creo que básicamente haya cambiado nada, solo que a partir de ahora ya no diré que tengo cuarenta y …..sino cincuenta, que parece que no pero, pesar, pesa. Es otra historia.

-¡Uy! Qué trágica eres mujer…tampoco es para tanto. Los cincuenta son los nuevos cuarenta ya lo sabes.- le dice Pipisí mientras sigue dándole sorbitos a su copa.- Además, yo no entiendo a la gente como tú que se deprime cuando cumple años. Para mí es muy simple, cumplir años es mejor que no cumplirlos, si no los cumples es porque estas muerto y eso sí que es deprimente. Jajajajaja – Y su risa termina por contagiar a su amiga que ahora ya no está tan depre. Aunque también podría ser por la copa de cava que se ha tomado.

Están ya con las extremidades en sendas palanganas de agua mientras eligen el color del esmalte que desean. Pipisí está muy dicharachera y lleva un buen rato dando sensatos y secretos consejos matrimoniales a la manicurista que ya ni siquiera hace el intento de responderle a la verborrea de Pipi que parece no tener fin. Llega de nuevo la señorita de las bebidas y les ofrece tomar algo más si lo desean. Mientras se miran entre ellas, Pipisí ya le ha pedido a la amable muchacha otro gin-tonic.

-Es que estaba tan bueno hija mía, que no te voy a decir que no a otro, ya que insistes….- Y se ríe ella sola. Luego hace caras raras ante los cafés que han pedido las demás. –Anda, y ahora ¿Qué os pasa? ¿Ya se acabó lo bueno? De verdad que sois unas gallinas y ya me dejáis bebiendo sola como una borrachina.- Dice Pipi con la boca pequeña porque en realidad le da igual que se hayan pedido cafés, ella va a lo suyo, y hoy ha decidido pasárselo muy bien y disfrutar de lo lindo.

Con las caras relucientes, de lo limpias se entiende, caminando como patitos con chanclas desechables en los pies, agitando las manos al aire y las uñas en plan de “mírame y no me toques”, se dirigen estridentemente en grupo a las salas de belleza corporal, allí se disponen, según la charlita de la señorita de turno, a que les quiten todas toditas las células muertas de la piel del cuerpo y posteriormente a hidratarla en profundidad con algas marinas que dejaran actuar un ratito. Estando ya a medio camino de la perfección cutánea corporal comentan entre ellas:

-Oye, a ti no te parece que esto de las algas luego nos va a dejar un olor raro en el piel?- pregunta una de las amigas a Pipisí.- Porque yo creo que huele a rayos esta pasta……

- Mujer, yo creo que no, se supone que son tratamientos de belleza y son algas para uso cosmético, no las han cogido a la orilla del mar Cantábrico y han hecho un puré con ellas…..tienes unas cosas…..jajajaja- A Pipi todo le está empezando a parecer muy gracioso.

- Pues yo sí, creo que esto huele fatal – dice Marta muy seria acercando la nariz – y también me pregunto que si penetra tanto en las capas profundas de la piel, ¿el olorcillo no se nos quedará durante horas?

- ¡Qué no! Que ya me lo han dicho, bueno lo he preguntado yo antes…..es que….de verdad…¡Cómo se nota que no sois asiduas de esta tipo de centros….. – presume Pipi y se toma otro sorbito.

- ¡Anda! Será porque tú te pasas los días viniendo a estos sitios ¿no? – replica Marta – No presumamos de lo que carecemos hermosa.

- Pues para tú información, y no es porque yo tenga que darte explicaciones ni nada de eso, yo efectivamente no me paso los días en centros de esta categoría pero sí que estoy informada de lo que acontece dentro del mundo de la belleza facial y corporal porque me interesa el tema y me informo debidamente. ¡Listilla! Y por ese mismo motivo te digo que no queda olor después. – Dicho esto, zanja definitivamente el tema del tufillo de las algas y pasan a hablar de otros igualmente interesantísimos temas.

Una vez terminada la sesión corporal y sintiéndose todas muy Cleopatras, pasan a la peluquería, un territorio mucho más conocido para todas. Las peinan, maquillan y dan los últimos retoques para terminar con una mañana super agradable y la mar de relajante. Una vez listas, en el vestíbulo del centro de belleza, dan las gracias y dicen adiós muy efusivamente algunas y se pasan de cariñosas otras, como Pipi que va dando besos sonoros a toda señorita de bata blanca que encuentra por ahí. Cogen un taxi y se dirigen al restaurante para ir a comer, que ya es hora. 

Muy animadas y con mucho apetito después de una mañana intensa de chapa y pintura piden copiosamente en el restaurante hindú donde han decidido celebrar el cumpleaños de su amiga. Cuando han de pedir las bebidas, Marta y compañía de decantan por una buena botella de vino tinto, mientras Pipisí erre que erre sigue empeñada en ponerse las botas a base de gin-tonics.
-¿Pero vas a tomarte otro? – le preguntan divertidas – Te vas a coger una buena curda si no te lo tomas un poco con calma. – comenta una mientras las otras afirman con la cabeza. – Sí, - dicen al unísono – una buena trompa…..- y se ríen.

- Pues vosotras estáis tomando vino y yo no os digo nada, además tengo costumbre, siempre me tomo dos los fines de semana con Mr. Perfect y hoy solo tomaré uno más. Y con la comida no se sube tanto, creo yo ¿no?

- Pues no, tú di que sí, que un día es un día y hoy es mi día especial y yo te doy permiso para que te tomes uno o los que quieras, que para eso soy la que manda.- le dice dulcemente Marta y Pipisí la mira con cariño y le guiña un ojo pícaramente.

Tras la deliciosa comida y habiendo dado buena cuenta de los postres, las cuatro amigas se levantan para ir al baño, empolvarse la nariz, y disponerse a pasar una tarde de tiendas y puede que alguna compra ocasional. Los ojos verde oliva de Pipisí a estas alturas son más bien verde agua y tiene el hablar un tanto enredado. Parece estar bastante a gustito con la imagen que le devuelve el espejo.

-¡Ay, pero que guapa que soy¡ - y girando hacia Marta le coge la cara entre las manos y le da dos besotes en las mejillas y grita - ¡Y qué hermosa está mi niña a sus cincuenta!  – y se abraza a ella fuerte mientras los efluvios del alcohol las impregnan a las dos. En el abrazo, le olisquea el cuello y le dice sin contemplaciones – Anda, pues sí que huelen las malditas algas esas sí, tú ahora mismo apestas un poquito.- y sale del baño dando un pequeño traspiés. En la calle cogen otro taxi y le indican la dirección de una céntrica calle comercial. Dentro del coche, Marta y las otras dos amigas se miran, miran a Pipi y se ríen.

- Vaya pedo que lleva Pipi, yo creo que se ha pasado un poco con los gin-tonics. ¡Y tú nena! No le des coba y no la dejes beber más, que nos veo llevándola en brazos a su casa. – dicen y miran a Marta. Ésta asiente y suspira mientras se imagina la escena. Tres mujeres flacuchas en taconazos acarreando en brazos y en pleno día a la amiga que se ha pasado de copas. Ni siquiera tienen la escusa de la siempre recurrida noche loca.

Van cotorreando escandalosamente mientras una tras otra visitan sus tiendas favoritas. Se han animado y no paran de probarse prendas que no piensan comprar. Naturalmente terminan donde mejor se lo pasan,  probándose decenas de zapatos de tacones, formas y colores imposibles, que tampoco comprarán.

-Esto sí que es vida, me podría pasar horas probándome zapatos.- dice emocionada Pipisí – Es una pena no poder comprármelos todos……buenos todos no, solo algunos por lo menos.

- Cuando sea tu cumpleaños número cincuenta pídeme un par que te lo compro yo amiga……- le responde Marta con cariño. Pipi se gira y le da un efusivo abrazo.- ¡¡Síííí, qué buena amiga eres!!!! Qué maja es mi amiga…….pero para eso falta aún mucho….- le contesta ella y achucha con adoración contra su pecho el zapato beige de tacón y suela roja.

- ¡Como que falta mucho! Pero si cumples años tres meses después que yo. Y que yo sepa, y si no me falla la memoria, ya cumpliste los cuarenta y nueve el año pasado ¡Guapa! – replica Marta.

- ¡Mira que eres mala! No me estropees el momento zapatil, cuando llegue ese momento inevitable lo aceptaré con naturalidad y estoicismo y cumpliré los años que me toquen, que para eso los he vivido tan ricamente. Dice Pipisí gesticulando con los brazos y exagerando demasiado sus gestos cual político en campaña.

-¡Anda ya! Tú sí que eres payasa. Pero si te encanta celebrar tu cumpleaños, sea cual sea la edad que cumplas te lo pasas siempre genial, y bien que nos informas, por demás con mucho disimulo, de los regalos que quieres que te hagamos. Así que lo dicho, para tu cumple. Venga chicas vámonos que ya es hora.- Y encabezando el grupo salen del comercio y se dirigen a la cafetería de un hotel al otro lado de la calle a tomar la tarta que les espera ya preparada con sus velitas y todo.

Para acompañar la tarta y poner la guinda a un día perfecto piden unos Baileys y naturalmente Pipisí, para variar, pide un gin-tonic. Al ratito y después de haber soplado velas, haber cantado un desentonado cumpleaños feliz a grito “pelao” que seguramente atraerá como poco el segundo diluvio universal y haber dado cuenta de la sabrosa tarta, las cuatro amigas charlan animadamente y planean ya el próximo encuentro. Achispadas y felices están todas, pero Pipi está ya en un nivel superior de bienestar. Ahora todo a su alrededor es de color rosa y por supuesto adora a todo el mundo, camareros incluidos.

-¡Guánto oz quierooooo a todassssss! Soiz miz mejorez amigassssss, de vedddad y pada ziempre…..¡Yeeeeiiiiii! Martita ánibo que ez tu cumpleeee!!!!! ¡Essssta ha sssssido la bejor fiesssssta!  ¡Uff! Greo ge me he pazao un belín con loz gin-tonicssssss……hip…hip! – Y le da un ataque de hipo que le durará un buen rato.

Se despiden frente al hotel entre risas con besos y tiernos abrazos y van tomando taxis para volver a casa. Marta acompaña a Pipisí que sigue hablando por los atropelladamente y por los codos en su idioma particular. Ahora ya va recordando las cosas graciosas que les sucedieron a ambas durante sus años de infancia compartida. Sucesos de los que Marta ya no se acordaba y que ahora el alcohol parece haber revivido en la mente de Pipi de forma espontánea. Llegan a su destino. Tambaleándose y haciendo mucho ruido suben al ascensor y marcan el piso de Pipi. Cuando llaman a la puerta les abre un jovial Mr. Perfect.

- ¡Hola ammmorcito! ¡Ya eztamosshhhh aghi! ¿Me hass echaddddo de menoshhhh?

-¿Qué tal os lo habéis pasado? ¡Uy parece que muy bien! Felicidades por cierto Marta querida.

-Bien, bien, algunas mejor que otras cómo puedes observar. Gracias querido. – dice Marta. – Bueno, yo me voy que mañana hay curro y hoy hemos hecho de todo y en exceso – le da un beso en la mejilla a Mr. Perfect, otro a Pipi y se va por donde ha venido.- ¡Te llamaré mañana!- dice al cerrarse las puertas del ascensor.

Pipi va camino del dormitorio. Mr. Perfect la sigue y le comenta vagamente cómo ha pasado él el día.- Ah, por cierto llamaron los Escudero…preguntan qué si nos apetece salir con ellos mañana por la noche a tomar unos gin-tonics……

Ya no puede decir nada más. Pipisí con la cara de color verde corre despendolada en dirección al baño.

(Continuará…)