5 “GIN-TONICS Y LOS 50”
Su amiga Marta,
cumple cincuenta años. Ciertamente es esa una edad para celebrar a lo grande.
Pipisí cree firmemente que los cincuenta marcan un antes y un después en la
vida de cualquiera. No solo porque probablemente hay gente que no los alcance, lo
cual afortunadamente cada vez sucede menos, sino porque es una edad tan redonda
y tan significativa, que parece delimitar de forma invisible ciertas sucesivas etapas
en la vida de uno. A partir de los cincuenta ya no se usan leggins, ni faldas
cortas, ni shorts, ni te dejas melena….
Las tres mejores amigas
de Marta, y por supuesto entre ellas Pipi, han preparado un día de cumpleaños
muy especial que, todo hay que decirlo, ha salido un poco caro, pero consideran
que su amiga se lo merece y además es el regalo perfecto; le va a encantar.
Saben que a Marta en general le chiflan todas estas cosas y siendo ella hoy la
absoluta protagonista, están convencidas de que va a ser un éxito total.
Tienen el día
organizado al detalle desde la mañana hasta casi la noche, sin tiempo para
aburrirse y desde luego sin tiempo para deprimirse por cumplir años. Han
quedado en reunirse, no muy temprano, que este no es día para madrugar
¡faltaría más! en el salón de belleza favorito de Marta para hacerse un
completo. Esto les llevará ya una buena
parte de la mañana: limpiezas y tratamientos faciales, manis y pedís completas,
hoy nada de “express”, exfoliación corporal y envolvimiento de algas y para
terminar peluquería y maquillaje, total, un lujazo casi irrepetible y que las
va a dejar hechas una divas a todas.
Pipisí se ha puesto
un vestido negro y ceñido que le encanta. Se ha vestido con especial cuidado,
quiere mucho a su amiga Marta y desea demostrárselo a través del esmero que ha
puesto para celebrar su super día. Aunque ella no ha cumplido los cincuenta
todavía, y no le falta mucho, es consciente de que a Marta no le agrada lo más
mínimo cumplir años. Es la mayor del grupo y también la única que no se ha
casado y no ha tenido hijos. Se despide de Mr. Perfect con un ligero besito en
los labios y le recuerda que estará desaparecida en campaña todo el día, así
que por favor que se arreglen cómo puedan sin ella, a lo que el marido levanta
una ceja y sonríe divertido; un día de paz y tranquilidad total le vendrá bien,
pero por supuesto no piensa decírselo a ella, compartir sí, suicidarse no.
Entre risas,
felicitaciones, besos y achuchones se reúnen todas a las puertas del centro de
belleza y rayando casi la histeria colectiva, entran y se ponen en manos de las
profesionales. Dentro del paquete de servicios contratados hay bebidas de
cortesía. Marta y las otras dos piden cava, pero Pipisí, que hoy se siente un
poco revoltosilla, pide un gin-tonic, que le traen en una enorme copa balón con
hielo y dos hermosas rodajas de lima. A la media hora ya está, si cabe,
bastante más alegre de lo que llegó, y en la cabina facial habla de cosas de la
edad con la homenajeada.
-¿Te sientes hoy
igual que ayer?
-Pues sí, vamos no
creo que básicamente haya cambiado nada, solo que a partir de ahora ya no diré
que tengo cuarenta y …..sino cincuenta, que parece que no pero, pesar, pesa. Es
otra historia.
-¡Uy! Qué trágica
eres mujer…tampoco es para tanto. Los cincuenta son los nuevos cuarenta ya lo
sabes.- le dice Pipisí mientras sigue dándole sorbitos a su copa.- Además, yo
no entiendo a la gente como tú que se deprime cuando cumple años. Para mí es
muy simple, cumplir años es mejor que no cumplirlos, si no los cumples es porque
estas muerto y eso sí que es deprimente. Jajajajaja – Y su risa termina por
contagiar a su amiga que ahora ya no está tan depre. Aunque también podría ser
por la copa de cava que se ha tomado.
Están ya con las
extremidades en sendas palanganas de agua mientras eligen el color del esmalte
que desean. Pipisí está muy dicharachera y lleva un buen rato dando sensatos y
secretos consejos matrimoniales a la manicurista que ya ni siquiera hace el
intento de responderle a la verborrea de Pipi que parece no tener fin. Llega de
nuevo la señorita de las bebidas y les ofrece tomar algo más si lo desean. Mientras
se miran entre ellas, Pipisí ya le ha pedido a la amable muchacha otro
gin-tonic.
-Es que estaba tan
bueno hija mía, que no te voy a decir que no a otro, ya que insistes….- Y se
ríe ella sola. Luego hace caras raras ante los cafés que han pedido las demás.
–Anda, y ahora ¿Qué os pasa? ¿Ya se acabó lo bueno? De verdad que sois unas
gallinas y ya me dejáis bebiendo sola como una borrachina.- Dice Pipi con la
boca pequeña porque en realidad le da igual que se hayan pedido cafés, ella va
a lo suyo, y hoy ha decidido pasárselo muy bien y disfrutar de lo lindo.
Con las caras
relucientes, de lo limpias se entiende, caminando como patitos con chanclas desechables
en los pies, agitando las manos al aire y las uñas en plan de “mírame y no me
toques”, se dirigen estridentemente en grupo a las salas de belleza corporal,
allí se disponen, según la charlita de la señorita de turno, a que les quiten
todas toditas las células muertas de la piel del cuerpo y posteriormente a
hidratarla en profundidad con algas marinas que dejaran actuar un ratito.
Estando ya a medio camino de la perfección cutánea corporal comentan entre
ellas:
-Oye, a ti no te
parece que esto de las algas luego nos va a dejar un olor raro en el piel?-
pregunta una de las amigas a Pipisí.- Porque yo creo que huele a rayos esta
pasta……
- Mujer, yo creo que
no, se supone que son tratamientos de belleza y son algas para uso cosmético,
no las han cogido a la orilla del mar Cantábrico y han hecho un puré con
ellas…..tienes unas cosas…..jajajaja- A Pipi todo le está empezando a parecer
muy gracioso.
- Pues yo sí, creo
que esto huele fatal – dice Marta muy seria acercando la nariz – y también me
pregunto que si penetra tanto en las capas profundas de la piel, ¿el olorcillo
no se nos quedará durante horas?
- ¡Qué no! Que ya me
lo han dicho, bueno lo he preguntado yo antes…..es que….de verdad…¡Cómo se nota
que no sois asiduas de esta tipo de centros….. – presume Pipi y se toma otro
sorbito.
- ¡Anda! Será porque
tú te pasas los días viniendo a estos sitios ¿no? – replica Marta – No
presumamos de lo que carecemos hermosa.
- Pues para tú
información, y no es porque yo tenga que darte explicaciones ni nada de eso, yo
efectivamente no me paso los días en centros de esta categoría pero sí que
estoy informada de lo que acontece dentro del mundo de la belleza facial y
corporal porque me interesa el tema y me informo debidamente. ¡Listilla! Y por
ese mismo motivo te digo que no queda olor después. – Dicho esto, zanja
definitivamente el tema del tufillo de las algas y pasan a hablar de otros
igualmente interesantísimos temas.
Una vez terminada la
sesión corporal y sintiéndose todas muy Cleopatras, pasan a la peluquería, un
territorio mucho más conocido para todas. Las peinan, maquillan y dan los
últimos retoques para terminar con una mañana super agradable y la mar de
relajante. Una vez listas, en el vestíbulo del centro de belleza, dan las
gracias y dicen adiós muy efusivamente algunas y se pasan de cariñosas otras,
como Pipi que va dando besos sonoros a toda señorita de bata blanca que
encuentra por ahí. Cogen un taxi y se dirigen al restaurante para ir a comer,
que ya es hora.
Muy animadas y con
mucho apetito después de una mañana intensa de chapa y pintura piden
copiosamente en el restaurante hindú donde han decidido celebrar el cumpleaños
de su amiga. Cuando han de pedir las bebidas, Marta y compañía de decantan por
una buena botella de vino tinto, mientras Pipisí erre que erre sigue empeñada
en ponerse las botas a base de gin-tonics.
-¿Pero vas a tomarte
otro? – le preguntan divertidas – Te vas a coger una buena curda si no te lo
tomas un poco con calma. – comenta una mientras las otras afirman con la
cabeza. – Sí, - dicen al unísono – una buena trompa…..- y se ríen.
- Pues vosotras
estáis tomando vino y yo no os digo nada, además tengo costumbre, siempre me
tomo dos los fines de semana con Mr. Perfect y hoy solo tomaré uno más. Y con
la comida no se sube tanto, creo yo ¿no?
- Pues no, tú di que
sí, que un día es un día y hoy es mi día especial y yo te doy permiso para que
te tomes uno o los que quieras, que para eso soy la que manda.- le dice
dulcemente Marta y Pipisí la mira con cariño y le guiña un ojo pícaramente.
Tras la deliciosa
comida y habiendo dado buena cuenta de los postres, las cuatro amigas se
levantan para ir al baño, empolvarse la nariz, y disponerse a pasar una tarde
de tiendas y puede que alguna compra ocasional. Los ojos verde oliva de Pipisí
a estas alturas son más bien verde agua y tiene el hablar un tanto enredado.
Parece estar bastante a gustito con la imagen que le devuelve el espejo.
-¡Ay, pero que guapa
que soy¡ - y girando hacia Marta le coge la cara entre las manos y le da dos
besotes en las mejillas y grita - ¡Y qué hermosa está mi niña a sus cincuenta! – y se abraza a ella fuerte mientras los
efluvios del alcohol las impregnan a las dos. En el abrazo, le olisquea el
cuello y le dice sin contemplaciones – Anda, pues sí que huelen las malditas
algas esas sí, tú ahora mismo apestas un poquito.- y sale del baño dando un pequeño
traspiés. En la calle cogen otro taxi y le indican la dirección de una céntrica
calle comercial. Dentro del coche, Marta y las otras dos amigas se miran, miran
a Pipi y se ríen.
- Vaya pedo que lleva
Pipi, yo creo que se ha pasado un poco con los gin-tonics. ¡Y tú nena! No le
des coba y no la dejes beber más, que nos veo llevándola en brazos a su casa. –
dicen y miran a Marta. Ésta asiente y suspira mientras se imagina la escena.
Tres mujeres flacuchas en taconazos acarreando en brazos y en pleno día a la
amiga que se ha pasado de copas. Ni siquiera tienen la escusa de la siempre
recurrida noche loca.
Van cotorreando escandalosamente
mientras una tras otra visitan sus tiendas favoritas. Se han animado y no paran
de probarse prendas que no piensan comprar. Naturalmente terminan donde mejor
se lo pasan, probándose decenas de zapatos
de tacones, formas y colores imposibles, que tampoco comprarán.
-Esto sí que es vida,
me podría pasar horas probándome zapatos.- dice emocionada Pipisí – Es una pena
no poder comprármelos todos……buenos todos no, solo algunos por lo menos.
- Cuando sea tu
cumpleaños número cincuenta pídeme un par que te lo compro yo amiga……- le
responde Marta con cariño. Pipi se gira y le da un efusivo abrazo.- ¡¡Síííí,
qué buena amiga eres!!!! Qué maja es mi amiga…….pero para eso falta aún
mucho….- le contesta ella y achucha con adoración contra su pecho el zapato
beige de tacón y suela roja.
- ¡Como que falta
mucho! Pero si cumples años tres meses después que yo. Y que yo sepa, y si no
me falla la memoria, ya cumpliste los cuarenta y nueve el año pasado ¡Guapa! –
replica Marta.
- ¡Mira que eres
mala! No me estropees el momento zapatil, cuando llegue ese momento inevitable
lo aceptaré con naturalidad y estoicismo y cumpliré los años que me toquen, que
para eso los he vivido tan ricamente. Dice Pipisí gesticulando con los brazos y
exagerando demasiado sus gestos cual político en campaña.
-¡Anda ya! Tú sí que
eres payasa. Pero si te encanta celebrar tu cumpleaños, sea cual sea la edad
que cumplas te lo pasas siempre genial, y bien que nos informas, por demás con
mucho disimulo, de los regalos que quieres que te hagamos. Así que lo dicho,
para tu cumple. Venga chicas vámonos que ya es hora.- Y encabezando el grupo
salen del comercio y se dirigen a la cafetería de un hotel al otro lado de la
calle a tomar la tarta que les espera ya preparada con sus velitas y todo.
Para acompañar la
tarta y poner la guinda a un día perfecto piden unos Baileys y naturalmente
Pipisí, para variar, pide un gin-tonic. Al ratito y después de haber soplado
velas, haber cantado un desentonado cumpleaños feliz a grito “pelao” que
seguramente atraerá como poco el segundo diluvio universal y haber dado cuenta
de la sabrosa tarta, las cuatro amigas charlan animadamente y planean ya el
próximo encuentro. Achispadas y felices están todas, pero Pipi está ya en un
nivel superior de bienestar. Ahora todo a su alrededor es de color rosa y por
supuesto adora a todo el mundo, camareros incluidos.
-¡Guánto oz
quierooooo a todassssss! Soiz miz mejorez amigassssss, de vedddad y pada
ziempre…..¡Yeeeeiiiiii! Martita ánibo que ez tu cumpleeee!!!!! ¡Essssta ha
sssssido la bejor fiesssssta! ¡Uff! Greo
ge me he pazao un belín con loz gin-tonicssssss……hip…hip! – Y le da un ataque
de hipo que le durará un buen rato.
Se despiden frente
al hotel entre risas con besos y tiernos abrazos y van tomando taxis para
volver a casa. Marta acompaña a Pipisí que sigue hablando por los atropelladamente
y por los codos en su idioma particular. Ahora ya va recordando las cosas graciosas
que les sucedieron a ambas durante sus años de infancia compartida. Sucesos de
los que Marta ya no se acordaba y que ahora el alcohol parece haber revivido en
la mente de Pipi de forma espontánea. Llegan a su destino. Tambaleándose y
haciendo mucho ruido suben al ascensor y marcan el piso de Pipi. Cuando llaman
a la puerta les abre un jovial Mr. Perfect.
- ¡Hola
ammmorcito! ¡Ya eztamosshhhh aghi! ¿Me hass echaddddo de menoshhhh?
-¿Qué tal os
lo habéis pasado? ¡Uy parece que muy bien! Felicidades por cierto Marta
querida.
-Bien, bien,
algunas mejor que otras cómo puedes observar. Gracias querido. – dice Marta. –
Bueno, yo me voy que mañana hay curro y hoy hemos hecho de todo y en exceso –
le da un beso en la mejilla a Mr. Perfect, otro a Pipi y se va por donde ha
venido.- ¡Te llamaré mañana!- dice al cerrarse las puertas del ascensor.
Pipi va camino
del dormitorio. Mr. Perfect la sigue y le comenta vagamente cómo ha pasado él
el día.- Ah, por cierto llamaron los Escudero…preguntan qué si nos apetece
salir con ellos mañana por la noche a tomar unos gin-tonics……
Ya no puede
decir nada más. Pipisí con la cara de color verde corre despendolada en
dirección al baño.
(Continuará…)