lunes, 1 de julio de 2013



12 “¿ME COMPRA UNA?”
Una mañana cualquiera de un día cualquiera se traduce, para Pípi, en momentos tranquilos, en hacer sus “cosas” como ella lo llama, sin prisa, en estar relajada, en tener tiempo para leer un rato, hacerse las uñas, incluso para echar una cabezadita en el sofá después de comer. Éste es básicamente el plan de su particular día cualquiera cuando suena el timbre de la puerta.
Primero mira por la mirilla y ve a una pareja de jóvenes muy limpitos y aseados. Abre la puerta y sonríe.
 -Hola, ¿Qué desean? – pregunta amable.
- Buenos días señora – es él el que responde también sonriente. ¡Uy, me llama señora! Empezamos mal, piensa Pípi.
- ¿Sí? – Insiste, y ya no sonríe.
- Queremos saber si nos concede usted cinco minutos de su tiempo para escuchar algo que podría cambiar su futuro ahora mismo. – replica el joven con voz de suave.
¿Cómo dices? – Pípi ya está pensando en las mil cosas que a ella le gustaría cambiar en cinco minutos, pero no está muy segura de querer cambiar su futuro. Es más ¿por qué este chaval piensa que ella desearía cambiar su futuro? Así que, ante la duda se lo pregunta sin más.
-¿Y por qué querría yo cambiar mi futuro?
- Porque siempre se puede vivir de una forma mejor y disfrutar de la experiencia de existir en este mundo de una forma mucho más plena. – dice él sin pestañear siquiera. Vaya discurso, se lo sabe de memoria. Seguro que va por ahí diciendo eso mismo a cientos de señoras que le abren la puerta de sus casas.
- Vale, y tú sabes que yo necesito vivir mejor y disfrutar de la experiencia de existir en este mundo de forma más plena sin conocerme de nada y sin saber qué clase de vida llevo ahora mismo. ¡Chico tú eres mago!
- No, no soy mago por desgracia, solo soy una persona inteligente que sabe que la vida contemporánea no satisface a nadie con tanta competitividad y consumismo sin sentido, y que estamos constantemente buscando algo más que nos haga realmente felices de una forma duradera y no a través de lo material que solo nos satisface de una manera temporal y ficticia.
Pipisí, que está plantada en el umbral de su puerta, ase ésta con una mano señalando de forma implícita que no les ha dejado entrar ni tiene ninguna intención de hacerlo; está dudando entre cerrarles la puerta en las narices sin más preámbulos o darle al niñato éste un repaso en toda regla. ¡Semejante payasada!
-Mira chiquitín, no tienes ni idea de lo que estás hablando sencillamente porque no tienes edad para saber de qué estás hablando. Tú naciste ayer mismo y no sabes de la vida más que una cuarta parte y posiblemente ni eso.- dice Pípi, y añade - Además, no creo que a la mayor parte de la gente le guste que vayas llamando a su  puerta diciéndoles lo vacía que es su existencia. Por lo menos a mí no me agrada, especialmente a estas horas de la mañana cuando aún no me ha hecho efecto el café.
- Lo entiendo – contesta el joven, y ella piensa por un momento que se acaba aquí el debate, pero él vuelve a la carga – generalmente todo el mundo tiene una primera reacción como la suya, es lo normal, es el efecto del shock inicial al enfrentarse a la realidad. Pero eso es solo el principio, luego, según mi experiencia, que no es poca a pesar de mi corta edad, según ha puntualizado tan sabiamente, la gente acepta la espiral de destrucción consumista en la que se encuentra.- este chico sería un magnífico político, piensa Pípi llegado este punto, tiene buena presencia, imaginación y una lengua muy larga. Vuelve al ataque.
-¿Pero qué primera reacción ni shock ni que niño muerto? ¿De qué estamos hablando aquí?
- Hablamos simplemente del destino de las personas, de todos los seres humanos que están viviendo sin rumbo ya que sus vidas no van encaminadas a ninguna parte. En realidad, si lo piensa es muy sencillo. Sólo tiene que recordar qué estaba haciendo ahora mismo dentro de su hogar, justo antes de que llamáramos a su puerta.- replica el niño, y se le queda mirando con cara de…¿A qué no me lo cuentas? Anda dime qué estabas haciendo ahí dentro…
Esta sí que es buena, se dice Pipisí, ahora no sólo me quiere arreglar el futuro, también quiere repasar mi pasado.
-No tengo tiempo para juegos nene, de verdad, no creo que lo que yo estuviera haciendo cuando tú llamaste a mi puerta sea de tu incumbencia honestamente, aparte del hecho de que fuera lo que fuese lo has interrumpido malamente durante mucho rato ya. – Dicho esto, ella da un paso atrás y se dispone a cerrar la puerta.
-¿No se atreve a confiárnoslo? Quizás no esté muy orgullosa de sus acciones hasta ahora, quizá no era una actividad muy importante, no lo suficiente para contarla, o quizás no estuviera haciendo nada, simplemente estuviera viendo la vida pasar, una vida vacía y sin sentido, por lo que volvemos al punto de partida de nuestra conversación: ¿es la suya una vida sin rumbo? - él la mira con descaro esta vez y añade – Ha llegado la hora de cambiar todo eso, ésta es su oportunidad y puede que no se repita jamás.- vuelve a sonreírle y con su sonrisa le indica a Pípi: he ganado “señora”.
Pipisí abre la puerta de nuevo, sabe que se equivoca, que no tiene que caer en la trampa que le ha tendido. Él no podría seguir soltando tonterías por la boca si ella no siguiera plantada en el umbral escuchándole y replicándole, pero la tentación de ponerle en su sitio y demostrarle que con ella no va a poder es mucho más fuerte que todas las advertencias que su subconsciente le aconseja. Decide luchar un nuevo asalto.
-Vamos a ver, - dice suavemente mientras mira al suelo y toma aire – en primer lugar, lo que yo haga dentro de mi casa o deje de hacer es solo asunto mío; segundo, no tengo por costumbre ir contando mis asuntos personales por ahí y mucho menos a la gente que no conozco de nada y, que por casualidades de la vida, toca el timbre de mi casa; finalmente, no estamos manteniendo un conversación, tú estás en el pasillo contando chorradas y yo estaba muy tranquila en mi casa hasta que llegaste tú. Voy a cerrar la puerta ahora porque sencillamente no me interesan las bobadas que cuentas. – respira hondo y toma impulso de nuevo – Y creo que dicho esto, no me queda nada más que añadir.- Firme, piensa que su postura ha quedado clara y cristalina, y que finalmente, una vez zanjado el asunto, puede retomar su día cualquiera. Pero se equivoca. El niño es fuerte, testarudo, calculador, y mientras ella hablaba, planeaba su venganza.
-Todo lo que me cuenta es muy interesante, pero solo demuestra un hecho, y es lo que he estado intentando explicarle desde un principio.- comenta muy serio y con el ceño fruncido. ¡Joder! Piensa ella ¿Y ahora con qué me va a salir el mocoso este?
Quiere darle con la puerta en los morros, quiere que se vaya, quiere que cierre el pico de una maldita vez. Pero tiene curiosidad, y como se sabe, la curiosidad mató al gato. ¡Qué gran verdad! Su subconsciente ya no le habla, le grita a pleno pulmón: ¡Déjalo estar! ¡No sigas por ahí! Estás haciendo justo lo que él quiere que hagas! ¡Cierra la puerta a la una, a las dos y a las ….! Le contesta.
-¿Ah sí? ¿Y que hecho es ese si puede saberse?- El subconsciente le dice bajito: Tonta, ya estás perdida. Shhh, cállate, le contesta ella mentalmente.
-Sencillamente usted no es feliz.
-¿Perrrrrdona?- ¡Anda mi madre! Piensa, esta sí que es buena, mira con lo que me sale éste ahora. Pípi se da cuenta de que el chico no le cae bien. De hecho cree que está empezando a odiarle. Si, definitivamente le odia. No puede evitar reírse. Empieza tímidamente y termina a carcajadas. Él la mira sorprendido pero no se ríe; retoma su perorata.
- Efectivamente, como la mayoría de la gente que conozco, usted no es feliz. El sarcasmo, la risa descontrolada, la ira que demuestra cuando no puede rebatir mis argumentos tan verdaderos demuestran que es usted una persona frustrada y por lo tanto muy infeliz.
- ¡Infeliz lo será tu tía! – Pipisí no sale de su asombro y pierde los papeles por un momento - ¿Pero cómo te atreves a ir diciendo eso por ahí a la gente alma cántara? – Respira hondo, se controla por fin y en plan maternal responde - Mira, yo soy una persona muy paciente, tolerante y comprensiva, eso SÍ lo soy créeme, y no me voy a cabrear por tus comentarios fuera de lugar, pero si quieres conservar este trabajo, por si te hace feliz digo, te recomiendo que no vayas diciendo cosas como esa en público porque un día no muy lejano te van a partir la cara de nene tan mona que tienes ¿Sabes? Y yo creo que entonces el infeliz vas a ser tú.
El muchacho se ha puesto colorado. ¡Por fin! Piensa Pípi, un punto para la menda. Ahora un poco más de “unto” y después la estocada final.
-Perdone no era mi intención ofenderla, por favor disculpe. Lo único que yo quería demostrarle es que una existencia sin rumbo es una existencia infeliz, nada más, pero no desespere, hay luz al final del túnel y con un poco de paciencia por su parte podemos mostrarle el camino.
- Ya, entiendo, no pasa nada.- te tengo en mis manos mamón, piensa ella pero de repente cae en la cuenta de  que hay otra persona en el pasillo junto al joven, la otra jovencita. Lleva una gran bolsa de lona y ha estado todo el rato observando la escena sin decir ni mu. La mira a los ojos directamente y le pregunta: ¿Y tú tienes algo que decir monina o eres el mero acompañamiento del caballero?
- Yo le acompaño claro, pero también puedo hablar con usted si lo desea.- responde con una vocecita de chiquilla tímida. Es obvio que el mandamás es él y ella le lleva la bolsa. ¿Bolsa? ¿Es que venden algo estos dos?
- No gracias, con tu amigo ya he tenido bastante mona. ¿Qué lleváis en la bolsa, propaganda de algo? – Pípi es la dueña de la situación. Ha descolocado el discurso preparado y ensayado del chico; le ha roto los esquemas. Ahora la que manda es ella. Tiene el poder. Por fin.
Él mira a la joven y le coge la bolsa. La abre y saca un libro de tapas negras pequeño y gordito.
-Ehhh….aquí llevamos el material ya que por supuesto tenemos un libro, el libro, que dese luego conocerá pero que seguro no ha leído, por lo menos no completo, casi nadie lo ha hecho, esa es mi experiencia – vuelta a la experiencia piensa Pipi, de dos meses quizá, pero sigue escuchando – y que no es otro que el libro que todos hemos de leer para encontrar el camino.- le da la vuelta al libro y lo muestra.- ¿No desearía comprarnos una? ¿O dos? Es un magnífico regalo. Las letras van grabadas en oro de dieciocho kilates y bla bla …..- Mira el que no consumía ahora va tras el vil metal. ¡Vaya cara!
-¡La bíblia!-  grita Pípi - ¿Toda esta larga charla inútil para venderme una bíblia? ¿Estáis de broma? Hombre haber empezado por ahí, hubiéramos terminado mucho antes sin discutir. Te hubiera dicho que NO nada más empezar. Yo ya tengo una de edición especial hijo mío, y un corán también, por si te interesa. Y SÍ me la he leído, y el corán también.- Pípi les mira con cara de sorna y se prepara para la gran estocada final.
-Y para terminar que ya estoy muy harta de estar aquí de pie en la puerta, voy a seguir tu consejo, voy a ir con mucha paciencia hacia la luz al final del túnel que es precisamente el pasillo de mi casa y voy a ir precisamente con rumbo al baño, que el café ya me ha hecho precisamente el efecto deseado y me estoy cagando por la patilla abajo, y eso me hará seguro muy muy muy feliz. Esto sí te lo cuento, en confianza, es que llevo precisamente unos tres días sin ir al baño y ya estaba super hinchada la verdad. ¡Hala, con dios!
Pipisí cierra la puerta en las narices de los dos jóvenes, sintiéndose bien. - Mira, al final un día cualquiera también puede ser divertido.- Y se va al baño precisamente, que no era mentira, no. Mentir sobre la biblia. ¡Jamás! ¡dios me libre!
(continuará...)

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